Resaca: Qué es y todo lo que necesitas saber

Aparte de haberla sufrido alguna que otra vez en primera persona, en Luzzid conocemos muy bien la resaca. Creemos que, al estudiarla en profundidad, incluyendo todas las alteraciones que tienen lugar en nuestro organismo y que acaban por desencadenarla, nos permite encontrar maneras de combatirla y ayudarte así a que tengas siempre buenos días. A continuación, respondemos de forma científico-friendly a algunos de los aspectos clave de este molesto compañero post juerga.

¿Qué es la resaca?

La resaca no es solo un fenómeno natural de corrientes de agua que te arrastran desde la orilla hacia dentro del mar. Hoy hablamos de la otra resaca, más conocida popularmente como “lo que te arruina el día siguiente”. Primero de todo, deberías saber que también se llama veisalgia, un termino médico que si lo empleas puede que asuste a algún que otro amig@. Prueba a decirle: “tengo veisalgia”.

La resaca o veisalgia, es un cuadro de malestar general que se manifiesta a través de síntomas físicos y mentales de mayor o menor grado en personas que han consumido alcohol de forma esporádica. Un par de cervezas o copas de vino pueden bastar para padecerla, provocando que no estés al 100% de tus capacidades al día siguiente.

Genética en la resaca ¿verdad o ficción?

Tu amig@ es afortunad@ porque no sufre los síntomas más severos de la resaca, pero eso no significa que no la tenga. La resaca provoca síntomas físicos como el cansancio o el dolor de cabeza, y síntomas mentales como la falta de concentración o la apatía (1). Sin embargo, el grado en el que estos síntomas se presentan depende de múltiples factores como la cantidad y el tipo del alcohol, el grado de hidratación, el hábito tabáquico o, la bendita o maldita genética. Por eso es probable que, entre otras cosas, es@ amig@ esté más preparad@ genéticamente para no sufrirla tanto.

resaca

Un buen ejemplo de que la genética influye, es el hecho de que gran parte de la población asiática sufre más los síntomas de la resaca por una variante genética. Esta variante consiste en un déficit en una de las enzimas que eliminan el alcohol en el hígado, la ALDH, y que les predispone a padecer unos síntomas más acentuados por una menor capacidad de eliminación del alcohol (2).

El efecto diurético del alcohol

El alcohol tiene un efecto diurético, es decir, incrementa la cantidad de orina expulsada en un tiempo determinado. La explicación no es tan sencilla como “a más cantidad de líquido que entra en el cuerpo, más cantidad se expulsa”.

Si, por ejemplo, tomas 50 g de alcohol en 250 ml de agua (el equivalente a 3-4 cervezas) puedes llegar a eliminar hasta 1 litro de agua en orina, es decir, incrementarás la eliminación de agua en 4 veces el volumen de alcohol ingerido, provocando una pérdida de agua en tu cuerpo. Este hecho, conduce a la pérdida de electrolitos como el sodio, el potasio o el magnesio, necesarios para el correcto funcionamiento de, por ejemplo, las células neuronales y musculares. Esta carencia de agua y electrolitos, llamada desequilibrio hidroelectrolítico, supone un desafío para nuestro organismo que necesitará recuperar estos componentes para volver a la normalidad (1).

Algunos de los síntomas que provoca son la sed, la sequedad de las mucosas, la debilidad, el mareo o el aturdimiento.

¿El alcohol es tóxico?

El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol, que es metabolizado en el hígado por una enzima llamada ADH para transformarse en acetaldehído, una toxina nociva para nuestro cuerpo. ¡Pero no pasa nada! Nuestro cuerpo la neutraliza gracias a la enzima ALDH, que la transforma en ácido acético o vinagre (literalmente), una molécula inocua que se elimina por la orina (3).

Todo esto tiene un final feliz cuando se consume poco alcohol, pero la situación cambia cuando tomamos más de lo que el organismo puede eliminar por sus propios medios, es decir, una bebida estándar por hora, aproximadamente. Esto provoca la acumulación de la toxina acetaldehído, una molécula altamente reactiva y carcinógena que genera estrés oxidativo e inflamación y daña las membranas celulares, las proteínas y el ADN. Traducido a tu día a día, podría provocar dolor de cabeza, fatiga, dolor muscular, taquicardia, sudoración, náuseas y vómitos.

Por si esto fuera poco, las bebidas alcohólicas también contienen pequeñas cantidades de otros tipos de sustancias, como el metanol, con M. Cuando el etanol, sin M, se está metabolizando en nuestro cuerpo, satura el proceso enzimático disponible para eliminar el metanol, haciendo que permanezca durante más tiempo en nuestro organismo. Es por eso que bebidas con menos metanol como el vodka o la ginebra, producen menos resaca que el “vengativo” whisky o el vino tinto (1, 4, 5).

Resaca: los efectos del alcohol en el sistema nervioso

Las horas posteriores al consumo de alcohol son una pequeña montaña rusa en nuestro cuerpo. Durante una primera fase, nos invade una sensación de bienestar y relajación, seguida por un estado de cansancio y somnolencia. Durante una segunda fase la situación cambia totalmente generando un efecto rebote-excitatorio que puede provocar problemas de sueño, temblores, taquicardia, sudoración, irritabilidad, ansiedad…

Todo esto tiene una explicación científica que tiene dos protagonistas principales: el GABA, el principal neurotransmisor inhibidor (relajador); y el glutamato, el principal neurotransmisor excitador (6).

Cuando consumimos alcohol, nuestro estómago lo absorbe rápidamente y llega al cerebro en cuestión de minutos. En ese momento, el alcohol mimetiza los efectos del GABA, alterando la vía principal de neurotransmisión inhibidora, generando relajación (1, 7).

Tras unas horas, el cuerpo responde a ese estado de relajación incrementando el número de receptores de glutamato (excitadores) para contrarrestar la inhibición causada por el alcohol. Este hecho, junto al incremento en los niveles de glutamato circulantes, genera el efecto rebote-excitatorio, que alcanza su máximo cuando el alcohol, y su efecto relajador, desaparecen del organismo y nos quedamos solos con los inquietos efectos del glutamato (1, 8).

El cansancio experimentado durante la resaca es debido a la acción disruptiva del alcohol sobre la calidad del sueño y al efecto rebote-excitatorio, que impide que podamos descansar correctamente, sintiendo fatiga al día siguiente. A todo ello muchas veces se le suma las horas de sueño que te restas al consumir alcohol durante la noche (9, 10).

Los efectos del alcohol en el sistema digestivo

En Luzzid no podemos asegurarte cuál fue el verdadero culpable, pero lo que sí sabemos es que el alcohol irrita el estómago y el tracto intestinal, pudiendo llegar a ocasionar gastritis o inflamación de la mucosa gástrica (la pared que reviste el tracto gastrointestinal, importante para la absorción de nutrientes).

Además, el alcohol incrementa la producción de ácido gástrico y de otras secreciones pancreáticas e intestinales. También puede producir hígado graso, es decir, acumulación de grasa en forma de triglicéridos en las células hepáticas, pudiendo afectar a su correcto funcionamiento (11, 12).

Esto puede provocarte dolor abdominal, náuseas, e incluso vómitos durante la resaca.

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En Luzzid queremos que sigas disfrutando de las copas y las cañas con los tuyos, por eso hemos creado Luzzid Recovery. Este complemento contiene 27 ingredientes minuciosamente seleccionados por nuestro equipo médico, basándonos en el conocimiento científico, para favorecer la respuesta natural de tu cuerpo frente al alcohol. Luzzid Recovery ataja sus efectos nocivos desde 4 flancos: acción hepática, rendimiento mental, efecto anti-inflamatorio y anti-oxidante y el aporte de los nutrientes para restablecer los niveles normales.

De esta manera, protegerás a tu organismo de estas alteraciones invisibles del alcohol, que hemos comentado en este artículo, para mitigar también los efectos visibles de su consumo, la temida resaca.

Referencias:

(1) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6761819/
(2) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10627091
(3) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2872347/
(4) https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1600-0773.1987.tb01737.x
(5) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17718403
(6) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15704351?dopt=Abstract
(7) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28931433
(8) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22516019
(9) https://www.jsad.com/doi/abs/10.15288/jsa.1991.52.597
(10) http://europepmc.org/article/med/9164573
(11) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1412478/pdf/gut00647-0024.pdf
(12) https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/7675050/

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